Parto de que te soy infiel
y de que jamás hubo otra;
declarando mi concubinato
necesito tu perdón.
Sombra alargada,
llevo tu compañía al abstracto
y peregrino hasta la cuna
que me ha de mecer.
Ya sé de tu consuelo,
de tus borrosas imágenes.
Plasmas a la perfección
todo lo que llevo dentro.
Y al límite estás del pecado...
pero, otro día más,
te acomodas en mi regazo
y nos ponemos a soñar.
Subscribirse a:
Publicar comentarios (Atom)
Ningún comentario:
Publicar un comentario