Que en el amor y el dinero
a nadie le importe lo que tengo;
que el pobre de espíritu
y el avariento de querer
dejen de morar en mi cuerpo;
que la estúpida codicia
abandone mis sueños;
que el silencio que habito
se queme en el infierno.
Que la ira y la lujuria
cicatrizen en mi alma;
que la ignorancia y el saber
se fundan cada mañana;
que el estúpido dolor
tenga su ocaso en tu almohada.
Que el destino que está por llegar
no engulla ninguna esperanza.
Subscribirse a:
Publicar comentarios (Atom)
Ningún comentario:
Publicar un comentario