Algún día de mi inexistente vida
debí de olvidar el corazón.
Destronado de su cubículo,
el canalla, no quiso volver a latir.
Olvidé cantar a la mañana,
a abrazar el futuro.
También quise olvidar la sombra
que partió con el.
Saqué a subasta mi cuerpo,
pero nada me llenó.
Describí en mis sueños felicidad...
mas los sueños, sueños son.
Hoy remito desdicha
y pido, sin mi corazón,
que quien lo llevó lo devuelva...
mas los sueños, pesadilla son.
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