Tú, triste flor de mis ansias,
en el infinito te escondes
cual secreto en una palabra.
¡Oh!, delicada tú, ojos pardos,
que en mi alma escondes versos
y en mis versos sensaciones.
¡Acaba ya de ignorarme
y deja a mi cuerpo saciarse
de pleno dolor!, ingrata.
Consumidas las derrotas ya,
¿consumidos los deseos?
Ya sabrás que espero,
si esperar es cruzar los brazos.
Luna, tú espiarás su senda
y me dirás si aún recuerda
cómo mirarme a los ojos.
Difícilmente no lloverá después,
y al día siguiente volverá a llover,
y al otro, y al otro, ...
...y al otro también.
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1 comentario:
Si
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